¿Dónde ubicar la salida de humos en bares y restaurantes?

La seguridad es uno de los aspectos claves a la hora de llevar a cabo cualquier construcción o instalación. Igual que cuidas la seguridad de tu vivienda, debes cuidar la de tu negocio. Para asegurarla es fundamental contar con la opinión de un experto. Todavía hay quienes se aventuran a escoger un local sin estudiar previamente sus condiciones técnicas o a iniciar reformas sin el asesoramiento adecuado. Ambas son sinónimos de desastre.

Para la construcción o reforma de bares y restaurantes, uno de los puntos principales a tener en cuenta son las salidas de humo. Se trata de una serie de conductos que se encargan de transportar el humo o vapor concentrado en el interior de un edificio hacia el exterior de este. Generalmente, se colocan en lugares en los que pueda darse una mayor concentración de estos gases, como por ejemplo, una cocina o una sala de calderas. Teniendo en cuenta que este tipo de locales suele contar con más de cuatro fuegos, es vital que cuenten con estas instalaciones.

¿Dónde ubicarlas?

 
La entrada de estos conductos debe estar situada a más de cincuenta centímetros de cualquier material no combustible. En cuanto a la salida, suele tener que superar en una altura mínima de un metro a cualquier edificación que se encuentre a menos de diez metros. Sin embargo, la normativa varía según el territorio en el que se encuentre el local.
Este conducto ha de ser independiente a cualquier otro, por lo que deberá instalarse por separado. Esto hace imposible que se comparta esta misma salida de humo para evacuar aire o gases de cualquier otra estancia. Otro de los requisitos es que estos conductos estén asegurados frente al fuego, es decir, en caso de incendio y frente a la entrada de agua. Además, está prohibido que el humo que recogen estos conductos sea evacuado en la fachada, ya que puede ocasionar malos olores y daños. En el caso de que esta sea la única opción, habrá que incluir purificadores.
Para que esta instalación cumpla con la normativa debe contar con una serie de certificados que aprueben su calidad. Por ejemplo, los ventiladores deben tener una clasificación F400 90. Esta los define como aptos para estar en funcionamiento durante noventa minutos a cuatrocientos grados.
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